Historia de un padre

“Dios está en la sinapsis… Dios está en la sinapsis” se repetía una y otra vez Saúl cuando los médicos le explicaban la condición de su hijo David, quien se encontraba en coma desde hacía ya varios meses.

Investigador por elección, maestro por profesión, Saúl no se consideraba como alguien religioso, apuntaba más hacia el pensamiento lógico y consideraba la búsqueda de la verdad como un proceso cognitivo, que dependía del estudio y análisis de las evidencias. Ahora consumido por la impotencia, sólo una idea ocupaba la mente de Saúl, no porque esperara un evento milagroso, sino porque si había un proceso que pudiera reflejar la existencia de Dios estaba en la sinapsis.

Abatido por la sentencia que los médicos daban sobre la condición de David, en lo profundo de la mente de Saúl se rebeló, NO esta vez no aceptaría lo que la evidencia daba por hecho.

Si el cerebro de David todavía reflejaba actividad, era posible que él siguiera ahí. Regresó a su casa… pasó la noche en vela pensando como ayudar a su hijo. En su mente seguía repitiéndose como un mantra, la misma frase… “Dios está en la sinapsis”, una y otra vez. El paso lento de las horas, el silencio aunado a su dolor, lo mantenían alerta, sabía que podría encontrar la forma…

Casi al despuntar el alba, durante el momento más obscuro, lo comprendió todo… quizá sólo tendría que explicarle a David, quizá si él comprendía el proceso podría recordarlo… Quizá sólo era una locura y en su desesperación veía en esa idea simple una solución, sea como fuere, lo intentaría. A partir de ese momento se entregaría a preparar la cátedra más importante de su vida.


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