Miraba mi rostro reflejado en el cristal mientras el camión avanzaba…
Si no había glamour, humor o algún rastro de paciencia, solo quería estar en casa.
De pronto lo de siempre… el pseudo payaso que supuestamente sube para hacer un acto de comedia pero termina en ofender al pasaje y con una terrible arenga de moralina poniendo a dios como su mentor… ajaaá lo dice el que esta pidiendo limosna y piensa que esta trabajando, pensé para mí.
“Este es el camino” dijo en voz alta el hombre al lado del pasillo, desperté un poco del letargo para mirar al hombre que tan descaradamente plagiaba al mandalorian.
El hombre dijo, “si lo miras desapasionadamente, la idea es del tao te king, así que hubo un plagio previo”. Esto me sobresaltó más, no había dicho nada en voz alta.
Entonces hice algo que sobrepasa la regla de etiqueta del camión, “nunca mires a nadie directamente a los ojos”. El hombre le devolvió la mirada, iba impecablemente vestido con traje negro, tan elegante que desentonaba en el paisaje conurbano.
¿quién eres? pregunté contraviniendo la segunda regla de etiqueta y de seguridad del camión.
“Digamos que un observador, contestó con tranquilidad”
Pues como que no entonas mucho, mi esposo diría, que puedes detectar el mal identificando lo que esta fuera de lugar.
“Ah! tu esposo es una persona sabia. dijo sin inmutarse”.
Bueno y que te trae por acá.
“Siempre es bueno ver de primera mano lo que se esta fraguando”.
Con cara de interrogación, él pareció captarlo y siguió hablando…
“En mi ramo de trabajo es importante ver como esta común denominador, es decir que mirar el entorno te hace comprender que motiva a la gente, sus miedos, anhelos, incluso sus odios.”
Cualquiera diría que alguien tan distinguido como tu, tendría quien hiciera ese trabajo, para mí este viaje diario es como adentrase en la jungla.
“¡Exacto!”
¿Pero que sentido tendría? pregunte con incredulidad.
“Verás… cuando estas dispuesto a mirar a la cara una situación por terrible que parezca, estarás más cerca de comprender de donde surge”.
¿No temes a que te asalten?
En mi línea de trabajo pocos notan mi presencia, tú misma lo dijiste, identificas el mal cuando detectas lo que está fuera de lugar.
En ese momento lo comprendí, seguramente también el hombre habrá oído en estero cuando me cayó el 20, porque solo sonrió.
En tu línea de trabajo, ¿no estarías en busca de almas? me aventuré a preguntar.
“En mi línea de trabajo, son contadas las almas que logras encontrar”.
Pero ¿cómo? si somos tantos.
“No todos son hombres”. Dijo de manera criptica.
La verdad, ya a estas alturas estaba próxima a llegar a mi parada y no tenia mucho valor para preguntar algo más.
“Bueno creo que ya aquí bajas”
¿cómo?… me quede callada y de buena gana me reí, sí ya comprendo… sinceramente, no sé si quiera volver a encontrarte, pero fue raro hablar contigo.
“lo mismo digo… seguramente nos encontraremos otra vez, ya sabes…
Este es el camino”.