El escudo de Atena

Quizá su padre la llamó así porque intuía que ella sería un dolor de cabeza, Atena era como cualquier joven, vivaz y curiosa… su único problema era que no dejaba de ser objeto de burla de sus compañeros de clase, el nombre de Atena Pérez presagiaba un desastre a nivel social… Esperaba que en algún momento fuera aceptable, pero entre más se esforzaba, más era rechazada.

Un día durante una excursión escolar a un viejo casco de hacienda a las afueras de la ciudad, sola como de costumbre, vagaba por los patios y jardines del lugar, sus pasos la llevaron a un jardín más pequeño, por las condiciones del lugar, se veía que no recibía mantenimiento, la maleza y el polvo invadían las diferentes esculturas que adornaban el lugar. De momento se dió cuenta de que ya había pasado mucho tiempo y que estaba ya lejos del grupo, así que giro rápidamente para regresar sobre sus pasos, al hacerlo casi choca con una anciana estaba junto a ella… El sobre salto la hizo caer de sentón, trató de levantarse rápidamente pero al hacerlo pisó su falda y nuevamente cayó al piso, la anciana se agachó a tratar de ayudarla pero como era muy vieja, no tenía fuerzas para lograr el apoyo que Atena necesitaba para levantarse y sí… cayó de nuevo.

Espera niña, le dijo la anciana, date tiempo… No se preocupe Señora, esto del humorismo involuntario se me da naturalmente, ya me levanto, dijo Atena. La anciana sonrió, al incorporarse Atena se impresionó al mirarla… era horrible.

Cómo te llamas, preguntó la mujer… Atena, Señora… Atena Pérez. ¡Ah! ¡como la Diosa de la guerra y la sabiduría! Sí Señora, para mi desgracia dijo Atena bajando la mirada. ¿qué sucede? preguntó la vieja al darse cuenta como se eclipsaba la joven.

¿qué que pasa? dijo Atena casi gritando, imagine mi caso… llamarse Atena, cuando no se es el mejor ejemplo de sabiduría, artes o justicia y encima llevar el apellido Pérez… no tiene idea de lo que he pasado por eso.

Comprendo. Dijo la anciana sin mostrar algún tipo de condescendencia. Atena se disponía a irse, cuando la anciana la detuvo. Espera, dijo. quiero preguntarte algo… ¿qué pensaste cuando me viste?

Atena bajando la mirada, se quedó callada un momento, le daba vergüenza admitir que se había espantado por su aspecto. ¡Mírame! ordenó la anciana. Atena se sentía cada vez más incómoda por la situación, se daba cuenta que no podía ocultar lo que realmente pensaba sobre la anciana y seguía mirando al piso, sin atreverse a mirla a los ojos.

¡MIRAME! ordenó la anciana con un tono tan imperativo que Atena no tuvo más remedio que obedecer… se sentía tan mal, que las lágrimas empezaron a nublarle la vista.

Cuando Atena encontró los ojos de la mujer, pudo ver su rostro. Así esta mejor dijo la anciana y suavizando su tono de voz le pregunto nuevamente ¿qué pesaste cuando me viste? Disculpe… balbuceaba Atena con dificultad, es que… SÓLO DILO exigió la anciana. Atena retorciéndose por dentro dijo por fin… es usted horrible.

GRACIAS, respondió la anciana en el mismo tono fuerte y claro. ¿lo ves? fué fácil. La mayoría son incapaces de ver a la cara a la realidad, así que optan por apartar la mirada o se quedan petrificados del susto cuando no tienen otro remedio que enfrentarse a la realidad.

Atena que ya se sentía más confiada, mirando con curiosidad el lugar, se aventuró a preguntar ¿qué este lugar? ah! niña este lugar podría ser un campo de batalla, un panteón o un jardín… ¿qué ves tú?

Al principio pensé que era un jardín, por todas esas esculturas, pero ahora que las veo con más detenimiento, veo que a pesar de los hombres y mujeres de piedra, las posturas que tienen no son las propias de las estatuas de un jardín… conforme iba comprendiendo que era ese lugar… un frío recorrió el cuerpo de Atena y sólo acertó a decir ¿quién eres?

¿No te haz dado cuenta? a estas alturas ya deberías saberlo… ¿qué detona la sabiduría, la civilización… o la guerra?

Una comprensión súbita emergió a la conciencia de Atena y respondió en un grito de euforia: ¡ERES LA VERDAD! y abrazó a la anciana.

La anciana liberada del abrazo de Atena, le dijo: en otro tiempo nuestro acercamiento habría sido un poco más dramático… yo habría perdido la cabeza y tu usarías mi cara de escudo, pero afortunadamente los tiempos cambian.

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