Lázaro

No había forma de explicar de manera lógica cómo había llegado a ese estado. Lázaro era como cualquier chico de su edad aficionado a los video juegos, los gadgets y las redes sociales … con miles de amigos podría decirse que nunca estaba solo. Pasaba horas detrás del monitor o si salía llevaba su inseparable apéndice… su celular, al que miraba con adoración durante horas y horas, sin importar que sucediera a su alrededor.

Sus padres acostumbrados a su habitual aislamiento consideraban normal que les respondiera con monosílabos. Finalmente él era producto de años de esmerado y sobre protector amor… para todo fin práctico habían criado a un rey, aún cuando ellos no tuvieran los recursos lo mimaron con esmero, él se sabía el centro del universo y con el tiempo aprendió a someter a sus padres con violencia, después de todo era el Rey ¿no?

Con el tiempo Lázaro se convirtió en un adulto, un adulto que no se bastaba por sí mismo, era incapaz de mantener una relación con el mundo real y si no se cumplían sus caprichos, hacía un despliegue de violencia, que apaciguaba los ánimos de quienes no tenían otro remedio que lidiar con él… sus padres. Los cuales al darse cuenta de su vejez y la tiranía de Lázaro, empezaron a perder la esperanza de cambiar el rumbo de su existencia.

Un día los padres de Lázaro escucharon hablar de un Hombre que le explicaba los secretos de la vida y había quienes decían que hacía milagros. Gracias a ello, se animaron a ir a escucharlo. Era increíble, su sola presencia hacía callar a todo el mundo. Así con la esperanza de cambiar su miserable existencia le pidieron que fuera a ver a Lázaro.

El Hombre siempre amable, accedió acompañarlos a su casa. De camino le explicaron la situación de Lázaro, el Hombre los escuchó con atención y al final de su relato, se hizo un gran silencio, el Hombre no decía nada y ante lo absurdo de la historia, los padres avergonzados de la situación sólo atinaron a decir, es como si Lázaro estuviera muerto.

El Hombre los miró fijamente y les indico que le llevaran a su casa. Al llegar Lázaro estaba como de costumbre, vegetando frente a sus gadgets, apenas notó la presencia de los padres y el invitando.

Los padres esperaban que apareciera algún tipo de ángel, un halo luminiscente o algo milagroso… algo. Sin embargo, todo parecía igual.

El hombre miró fijamente a Lázaro y éste de pronto tomó conciencia de que era observado por el extraño. Lázaro empezó a atemorizarse, la sola presencia del Hombre le intimidaba, pero esto no bastó para hacerle cambiar en su rutina.

El tiempo que el Hombre le miro, empezó a incomodarlo más y más. Cuando Lázaro iba a responder con su habitual violencia. El Hombre le miro sin miedo u odio y con todo el poder de la palabra, dijo: LEVANTE Y ANDA.

Lo que siguió después fue cómico, Lázaro que hasta ese momento jamás había recibido una instrucción tan brutalmente honesta, se levantó y caminó como impulsado por resortes. Los padres sorprendidos corrieron a abrazarlo entre risas y llantos. Lázaro estaba en shock, todas su defensas se habían derrumbado en un instante, estaba ahí parado totalmente receptivo a lo que sucedía a su alrededor. Efectivamente, era como sí regresara de entre los muertos.

Epílogo:
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Lázaro seguía de pie, anonadado, miró al Hombre y sólo atinó a preguntar ¿qué pasó? El Hombre lo miró fijamente y respondió, no me toca a mí explicarte que pasó, tú lo sabes. Cada existencia es una posibilidad, pero no todos lo logran comprender; A veces sólo se necesita un momento para romper la inercia que encadena a una existencia gris y vacía.

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