A pesar de que ya tiene tiempo que terminó Los hijos de la anarquía, debo admitir que me ha dado mucho que pensar…
Quizá sea porque lejos de ser ahora una hija de la anarquía, me acerco más a ser una abuela de la anarquía. Sí lo sé, tengo la necesidad de escribirlo como para dejar rastro… o norte, según se vea. =P
En la serie los fundadores originales de una banda de motociclistas, se las ingenian para que de sus dorados veintes pasen a ser sus mal llevados cincuentas-sesentas.
¿Que me impactó?
1. Darme cuenta de que no hay planes de retiro para motociclistas, artistas, promotores religiosos, etc., así aunque parezca egoísta… trata de trabajar para tí mismo, nadie más lo hará por tí.
2. Con el tiempo quizá una de las mayores pérdidas es la fortaleza del cuerpo, la mente y del espíritu. Quedó en mi mente la imagen del fiero motociclista (Clay Morrow) que ya empezaba a sentir los estragos de la artritis y ya le costaba trabajo sostener el manubrio de la moto.
3. Algo que siempre dice mi esposo, hay una magia de la edad, así que aunque cueste trabajo es mejor decir adiós a las épocas doradas de la juventud y aceptar con dignidad los roles que nos tocan conformen pasa el tiempo.
4. En caso de que seas un bisoño joven deseoso de aventura y anarquía sí que es importante tener presente: 1) que vivimos en un universo predatorio, que quizá te acercas a una añeja organización pero termines siendo parasitado o explotado para sostener a otros. 2) Uno elige a que se enlaza, así que es mejor estar a las vivas, antes de ser el tributo de algún torcido y extraño juego. Aunque Jax Teller tenía todo el espíritu del héroe, los demás lo veían como el que mantendría el statu quo, sin importar lo que el quisiera.
5. Al igual que otros relatos modernos y que ya tocaré más adelante, Hay que estar atento también a las relaciones tóxicas, sean familia, amigos o pareja. Porque tener una mamá como la de Jax Teller y no reconocer el mal durante más 7 temporadas… me deja sin palabras.
6. Si hay un infierno en la tierra, está en todas aquellas situaciones que no te permiten tomar tus propias decisiones, que te mantienen atado, como diría mi esposo, que buscan hacerte reaccionar por miedo o por hambre.