El espectro químico del león

Los días transcurrían y Saúl seguía con su propósito. Cada día trataba diferentes temas cada vez más complejos. Pero que, curiosamente eran simples y se complementaban unos con otros.

David, hoy te hablaré de algo que puede sonar descabellado, así que no me creas nada, para mí también es algo en lo que sigo en mi propia curva de aprendizaje.

Si los sistemas cerrados no existen, es probable, que los seres humanos formemos parte de otros sistemas, y no me refiero a lo social o lo cultural, sino a su nivel más elemental… su estructura química. Si se descompone un sistema en sus partes más simples, se encuentra uno, con una serie de elementos químicos.

Si la composición química es diferente de una zona a otra, entonces es de esperarse que cada subsistema se caracterice con los elementos que predominan en la zona que se habita. A la mejor es que por ello que en los albores de la humanidad los grupos intuían que formaban parte de algo más grande y se identificaban con las fuerzas predominantes en los sistemas que habitaban y los adoptaban como tótem. Un tótem era la fuerza de la naturaleza que no podía ser contenida o controlada, que al contrario, guiaba en el camino a la supervivencia.

Atados a las leyes de rigen la naturaleza sabemos que nuestra existencia es limitada y finita, sin embargo si somos resultado de una serie de reacciones químicas, es posible comprender porque los antiguos grupos tribales realizaban pruebas de iniciación o los grandes alquimistas buscaban los secretos de la transmutación.

Si la composición de la materia se ve afectada cuando el observador dirige su atención a ella, es probable que la composición de la química se ve alterada cuando uno se ve en la posición de decidir a que se enlaza.

Quizá cuando se habla del espectro químico del león se habla de la transformación de un individuo que ha decidido enlazarse por elección propia, a un sistema mayor que él mismo.


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